Cuatro días en Londres (Finalista Premio Digital)

Erika Fiorucci es una escritora, artista y activista que ha logrado destacar en el ámbito literario contemporáneo. Nacida en una pequeña ciudad de Italia en 1985, desde temprana edad mostró un interés profundo por la literatura y las artes visuales. Su pasión por contar historias la llevó a estudiar Literatura y Bellas Artes en la Universidad de Florencia, donde se sumergió en el estudio de la narrativa, la poesía y las técnicas artísticas.

A lo largo de su carrera, Fiorucci ha explorado diversas temáticas en sus obras, incluyendo la identidad, la memoria y la conexión entre el individuo y el entorno. Su estilo se caracteriza por una prosa poética, en la que combina elementos de la narración tradicional con un enfoque contemporáneo, lo que le permite captar la atención de un público diverso.

Erika Fiorucci ha publicado varios libros y ensayos que han resonado con la crítica y los lectores. Su primera novela, "El eco de las sombras", lanzada en 2010, recibió elogios por su profunda exploración de la soledad y la búsqueda de significado en la vida moderna. Este libro marcó el inicio de su carrera literaria y estableció su voz única en el panorama literario.

En los años siguientes, Fiorucci continuó desarrollando su carrera con obras como "Los días de la memoria", que aborda el tema de la memoria colectiva y su impacto en la identidad personal. Su habilidad para entrelazar historias de personajes diversos ha sido un sello distintivo de su escritura, permitiéndole crear conexiones emocionales profundas con los lectores.

• Premios y reconocimientos: A lo largo de su trayectoria, Erika ha recibido varios premios literarios, incluyendo el prestigioso Premio Strega Giovani, que la reconoció como una de las voces emergentes más prometedoras de la literatura italiana.
• Además, sus obras han sido traducidas a varios idiomas, ampliando su alcance a nivel internacional.

Más allá de su carrera literaria, Fiorucci también es conocida por su activismo en favor de los derechos humanos y la lucha contra la desigualdad social. Ha colaborado con diversas organizaciones no gubernamentales y ha utilizado su plataforma para crear conciencia sobre temas como la violencia de género y la crisis de refugiados en Europa.

Su trabajo artístico a menudo complementa su escritura, llevando mensajes poderosos a través de instalaciones y exposiciones que invitan a la reflexión. Fiorucci considera que el arte y la literatura son herramientas esenciales para promover el cambio social y la empatía entre las personas.

A lo largo de los años, Erika Fiorucci ha mantenido una vida personal relativamente privada. Se sabe que disfruta de la naturaleza y de la vida en el campo, lo que a menudo influye en su trabajo, infundiendo aspectos de paisajes y entornos naturales en sus relatos. Vive entre Italia y varias ciudades europeas, donde continúa escribiendo, investigando y colaborando con otros artistas y escritores.

En resumen, Erika Fiorucci es una figura multifacética que ha enriquecido el panorama literario contemporáneo a través de su prosa emotiva y su compromiso con causas sociales. Sus obras continúan inspirando a lectores en todo el mundo, fusionando narrativa y activismo de una manera que resuena en la sensibilidad de la sociedad actual.

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Los cuentos que conforman este libro, publicado en 197 giran en torno a la tragedia, la enfermedad, las obsesiones, la locura, la muerte y el amor de sus personajes; a travéz de los cuales el autor muestra la fragilidad del ser humano ante lo ineluctable del destino. Las narraciones no son truculencas, sino que oscilan entre el suspenso, cierto terror soterrado, la intriga, el miedo y la sorpresa que revela algo inesperado u oculto.

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«Aquella noche lo espié por la puerta entreabierta. Parecía más viejo, encorvado sobre su mesa. Había garabateado un busto de mujer erguida, con los senos desnudos, los pies medio ocultos por una curva de las nalgas. Estaba tumbada en un futón. Dibujó un parqué, los detalles del futón, como para evitarla a ella, pero su cuerpo sin rostro exigía la vida. Una vez terminado el decorado, tomó la pluma para darle unos ojos.» En Sokcho, pequeña ciudad portuaria cercana a Corea del Norte, los clientes llegan por casualidad al decrépito hotel del viejo Park, porque han bebido demasiado...