En la tierra de Caín

Amador Guallar aterrizó en Afganistán en 2008 con un contrato precario en una productora audiovisual local de dudosa reputación; el peaje necesario para emprender la aventura, sin duda descabellada, de convertirse en corresponsal de guerra y de hacerlo directamente sobre el terreno. Acabó viviendo casi diez años allí. Viajó y convivió con las tropas estadounidenses, diseñó operaciones de propaganda militar para la OTAN y campañas para la ONU, visitó campos sembrados de minas antipersona y sufrió, muy de cerca, diversos atentados. Una experiencia que destila en esta crónica en...