La tinta en su piel

Del shtétl a la Ciudad de los Palacios. Trazos del imaginario ashkenazi en México es una antología que reúne cuentos, proverbios, chistes, poemas, refranes, maldiciones, parábolas, juegos y canciones que trajeron consigo a México los inmigrantes judíos de Europa Oriental en los años vente del siglo pasado. Shtétl, diminutivo de shtot (en ídish, ciudad) hace referencia a las aldeas de origen de estos inmigrantes y, en el imaginario ashkenazi mexicano, el shtétl se convirtió en un espacio mítico, con personajes, costumbres y tradiciones entrañables. Al mismo tiempo, como tantos...

En la Irlanda convulsa de los años 80 azotada por el terrorismo, se desarrolla una trama de pasión y tragedia que afecta a dos familias de clase media. Todas las almas es una lucha de amor no correspondido: la que sufre una muchacha por un imposible. Todas las almas es una lucha de violencia por la paz: la de un periodista que vive dividido entre sus ideas y el deber. Todas las almas es una lucha de fe: la que sufre un seminarista católico que debe enfrentarse a sus dudas al mismo tiempo que Irlanda del Norte se desangra. Todas las almas es una novela que aspira a emocionar a los lectores...

Dan, un barman que lleva una vida relativamente apacible junto su esposa y su hija, pierde los estribos cuando se le presenta un hermanastro del que no tenía ninguna noticia, y lo más grave del asunto es que, a diferencia de Dan, su hermano Richard es negro. Eso despierta un resorte que Dan desconocía de sí mismo, al que acaba matando, da un vuelco a la vido del barman.

«Vagarás eternamente y no descansarás hasta mi regreso.» Con estas palabras, Jesús de Nazaret, yendo camino del Calvario, condenó a un joven orfebre judío a seguir vivo hasta que él volviera al final de los tiempos. La razón para imponerle ese destino fue que le había negado un instante de reposo cuando se encaminaba hacia su ejecución en la cruz. Durante los años siguientes, aquel «judío errante» padeció la guerra con Roma en la que fue destruido el Templo, se vio obligado a abandonar su amada Jerusalén, pero, por encima de todo, se convirtió en testigo de excepción de la...

Asesinato. “Asesinato”. El grito resonó por el pasillo, me sacudió de mi ligero sueño y me lanzó a la tenue visión de luces eléctricas. Alguien golpeaba la puerta y Watson se movió con dificultad para abrirla. Mis ojos estaban empañados, y seguía casi sin sensibilidad cuando Evelyn Reed apareció por la puerta. Sus manos estaban cubiertas de insoportable rojo, y las lágrimas corrían por su enrojecido rostro. “¡Ha habido un asesinato!”, repitió.