La santa muerte

Las páginas de este libro se podrían resumir en una sola frase: creed en el poder de la oración; en ellas se nos presenta un itinerario que va desde la oración de súplica, tan desprestigiada y tan inevitable cuando se hace "desde lo hondo", hasta la liberación del Espíritu prisionero dentro de nosotros. Orar es confesar de manera eficaz y costosa que Dios no está obligado a concedernos lo que le pidamos, aunque desea concedérnoslo todo.

Entrar en la Iglesia es entrar en un camino de amor y de complicidad con Jesucristo, un camino que dura toda la vida y que, como todo amor o se enciende o se enfría. La fe y el amor se descongelan y se encienden en la oración. Partiendo de las virtudes, el cristiano inicia un viaje en el que va permitiendo que Dios actúe en su vida y la encienda, dejándose convertir una y otra vez por el poder transformador de la gracia y ofreciéndole lo que tiene en sus manos, en su cabeza y en su corazón: su trabajo, sus afectos, su vida corriente. Este libro invita a rezar, y procede de la oración...

Este libro ?dice Rafael Aguirre- responde a dos preocupaciones que no corren paralelas, sino que se entrecruzan continuamente: por una parte, leer el Nuevo Testamento en su contexto social y cultural; por otra, captar la relevancia que para el presente puede tener el proceso histórico que se descubre necesariamente cuando se leen los textos de esta manera.

El libro cuenta la historia de Angelita, Pepita, Rico y Ro, cuatro amiguitos que vieron cambiar su rutina de juego cuando una familia extraña y siniestra se mudó a una casa abandonada en la esquina de la plaza y la calle del cementerio. Los padres de los niños prohibieron acercarse a la mansión debido a los peligros que podría presentar. Los mendigos vivían allí, así como animales como ratas, arañas y escorpiones. La misteriosa pareja tuvo dos hijos, Vladimir y Norma. Varios eventos y coincidencias hicieron que los niños creyeran que era una familia de vampiros. Aunque asustados, se ...