Amelia Collins

El ser humano avanza implacable siempre hacia su "progreso". Es todo aquello que no es participe de la misma ideología que debe perecer o bien, alejarse y nunca más volver, pues para todo aquello ya no hay lugar en esa nueva era. Pero... ¿Qué pasaría si hubiese un lugar, por pequeño que sea, capaz de no solo resistir ese paso tan abrupto, sino también de oponérsele, tejiendo entre las sombras un milenario plan? Esta es la historia del Pantano de NevilleTown.

Horne Fisher, un funcionario del Imperio, tropieza a lo largo de su carrera con una serie de misteriosos asesinatos cuya solución se encuentra más allá de las apariencias. Como en la mayoría de los thrillers de Chesterton, cada relato encierra una ingeniosa paradoja sobre la condición de la sociedad o la naturaleza humana.

Zoydis está tan enamorada que cuando cree que su vikingo, Ingvarr, se ha cansado de ella, se le rompe el corazón. A pesar de todo, consigue rehacer su vida en Selaön donde logra lo que siempre había deseado, ser una Gran Hechicera. La mala suerte quiere que sea allí mismo donde el dios Odín manda como castigo a Ingvarr, en forma de ser milenario, para que sufra durante siglos una existencia vacía.Y tantos años después, el amor entre ambos sigue siendo tan fuerte, que ella le recuerda durante el día, y él durante las noches, que es cuando despierta su conciencia humana. Hasta que...

“Y entonces luego estábamos parados, saliendo del agua, y mientras las gotas de agua caían rodando por mi cuerpo desnudo me imaginé a mí misma como una versión mortal y menos inspiradora de Afrodita, y Jesse como Poseidón, excepto con una sola punta en su tridente.” El amigo de Cindy Jesse es maravilloso – especialmente porque siempre se marcha después de una noche de sexo con ella sin exigirle ningún tipo de compromiso. Es por ello, que cuando él le propone un viaje de fin de semana a un lago cercano, a ella le parece naturalmente muy sospechoso – ¿acaso no es ese el tipo...

Todo el mundo hacía siempre lo que North Black deseaba... todo el mundo menos ella. Y era precisamente Melody Goods la persona que él más quería poder controlar. No podía apartar de su mente el recuerdo de su maravilloso cuerpo desnudo y de la única noche que habían compartido. Ella se había escabullido de su cama con la inocencia intacta y, mientras se había dedicado a viajar por el mundo, el deseo que North sentía por ella no había hecho nada más que aumentar. Ahora que Melody había vuelto a Texas y que parecía desearlo del mismo modo que él a ella, a North le resultaba cada...