Dejadme ir a la casa del Padre
Hace ya más de un año que Juan Pablo II conmovió al mundo con su sufrimiento. Fiel a la promesa hecha al cardenal Wyszynski en el momento en que fue elegido, había guiado a la Iglesia y a los cristianos en el paso al tercer milenio. Con su ejemplo y con su palabra, Juan Pablo II se ha convertido en un testimonio de paz para los creyentes de otras religiones y para todos los hombres de buena voluntad. Esta fecundidad evangélica se nutría de su gran participación en el dolor. En su infancia perdió a sus padres, la juventud quedó marcada por la experiencia de la guerra y la persecución ...