Tierra roja
De algo está seguro el presidente Lázaro Cárdenas al tomar posesión en el Estadio Nacional en 1934: lo último que el país necesita es otro caudillo. La Revolución ha terminado pero sus ideales no se han cumplido. Falta paz y justicia. Falta un orden institucional. Su gobierno, el que permitió la entrada al México moderno, será el del reparto agrario, la expropiación petrolera y el apoyo a la lucha sindical. Mientras él enfrenta al intervencionismo norteamericano y las traiciones de los viejos revolucionarios —liderados por Calles, el Jefe Máximo —, Filiberto García, el...